domingo, 19 de marzo de 2017

Centolos 48 - Amenaza 50

Y comienza la tercera y definitiva vuelta. Hace un tiempo espléndido, y ya podemos ir a jugar tranquilamente a Balaídos. Uy no, perdón, que jugamos en el Berbés. Me he equivocado. No volverá a ocurrir.

Amenaza, haciendo recuento para un partido
El quórum para mí es siempre una sorpresa: que si recuento para el partido, que si recuento para las cañas, que si yo podía el sábado y ahora puedo el domingo, el otro puede ir a la primera parte, el de mas allá puede jugar los minutos impares. Y esta vez fue una sorpresa agradable: ¡nueve fantasmas!, ¡nueve!. Como si regalaran algo, allí estaban Xan, Marco, Caki, Pablo, Coki, Nando, Óscar, Rubén y yo.

Del otro lado, a cuentagotas, llegaron siete Centolos con pinta de aguerridos. Y las apariencias no siempre engañan. Siendo locales, y con su clásico rojo de los Bulls, tuvimos que lucir nuestra segunda equipación, más conocida como Amenaza Fashion Week: un verde ¿pistacho? ya descatalogado que obligó a los espíritus libres (Nando y yo) a jugar marcando tendencia colores fosforescentes y tejidos apretados.

Y tras los correspondientes preliminares, comenzó el partido. Bueno, es una forma de hablar, porque los dos primeros minutos fueron dignos del Tricicle, por unos y por otros: balones que se quedan atrás, tiros que no tocan nada, carreras sin sentido. En algún momento recordamos para que servía el balón, y empezamos a jugar como sólo nosotros sabemos: Rubén-Sistema. Y no porque fuéramos capaces de meterle buenos balones, no, sino más bien porque los cogía él después de nuestros tiros que no tocaban aro o nuestras penetraciones de uno contra todos. Pero funcionó, y nos pusimos 2-12.

Fases del juego de Amenaza. Descripción gráfica
Pero los de Centolos, que llevaban unos minutos irreconocibles, también recordaron cómo se jugaba y subieron la intensidad, corriendo al contraataque y subiendo líneas en defensa. El resultado: canastas fáciles y balones robados. Nuestra ventaja dilapidada. Esta película ya me la he visto.

Y vale que físicamente no estamos para tirar cohetes, pero el problema es actitud: es olvidarse de que tras un ataque fallido hay que empezar la defensa, y no esperar unos segunditos, porque en esos segunditos un contrario corriendo ya te la ha metido. En todos los sentidos.

Y llegamos al descanso igualaditos con tiro de Kaki sobre la bocina. Descanso y arenga. ¡Vamos chicos! No sabría decir si fue el descanso o la arenga, pero el caso es que volvimos a carburar un poco: Rubén siguió a lo suyo, Pablo se marcó algún triple, Óscar volvió por sus fueros ... y empezamos a divertirnos un poco, a coger cierta ventaja (6 u 8 puntitos, creo).

Nos vimos bien ... y vuelta la burra al trigo: bajamos un puntito de intensidad, ellos vuelven a correr y a defender y vuelven a empatar. Y a ponerse por delante. Y a meternos el miedo en el cuerpo. Ruben nos quita el miedo de un grito: "¿les tenéis miedo o que?". Que no es miedo, hombre, es respeto.

Coki, en pleno contraataque
Llegamos al final pegaditos como lapas, con una ligera ventaja e intentamos jugar con inteligencia. ¿El resultado? Un par de penetraciones de uno contra todos y un tiro libre metido ¿de 6?. Pero mientras tanto cogimos un rebote, ganamos una lucha, ellos fallaron alguna ... y ganamos. Pero porque cuadró. Si llegamos a perder, no habría sido injusto. Sí, Ángel, sí: fue reñido.

Aún así, lo pasamos bien, y eso se notó en algunos jugadones épicos: como el contraataque en el que Coki decidió pararse en la línea de 3 en vez de continuar hacia la canasta (donde no había nadie defendiendo) y Óscar tuvo que galopar desde medio campo para culminar. O la carga de la brigada ligera de Xan cuando oyó que le iban a dar el cambio y lo que hizo fue cambiar ... los dos puntos de la canasta por un trozo de pulmón.

Aunque el mejor momento, para variar, después del partido

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