En la parte agria, así para empezar, está el resultado: 16 puntos de diferencia, que dan una idea de como fue el partido. Además, tercera derrota de la temporada contra Basket Hound, que sin duda nos tiene tomada la medida. Aún escocía el partido de la segunda vuelta, en el que nos remontaron 17 puntos. Teníamos ganas de revancha y nos quedaremos con ella hasta el año que viene. Por si fuera poco, estaba en juego un billete en el tren del subcampeonato, que ahora se pone muy muy cuesta arriba. Y ya para rematarla, aumenta la lista de espera en la enfermería.
¡Menos mal que era agridulce! ¿La parte dulce donde está? Pues está en que remontamos cuatro puntos desde el miércoles. Por la tarde ni siquiera teníamos a cinco jugadores que presentar. En ese momento, estábamos 20-0. Y no faltó mucho para hacer la llamada de rigor. Pero Amenaza no se da por vencido así como así. Hay que jugar. El rival se merece, por lo menos, que aparezcamos. Jacobo hizo malabares con el tiempo para estar medio partido, Ángel hizo de Adán y demostró que no hacen falta todas las costillas para poder jugar, Nando decidió que ni un día duro ni un aductor en la cuerda floja lo iban a detener, Coki consiguió su pase pernocta, Pablo comprendió que el apodo de "el Bueno" no se gana desde casa, Marco tuvo claro que tanto entrenar no vale para nada si no estás en el campo y yo ... bueno, realmente no tengo muy claro como aparecí allí. Pasar un buen rato con este equipo, aunque vengan mal dadas, para mí ya tiene la parte dulce.
Amenaza, camino al partido |
Siete fantasmas y ocho sabuesos. Tienen bastante más altura, pero podría ser peor. Se ve que es mala fecha para todos. Hay partido. Hemos venido aquí a plantar cara.
Empieza el lance y la premisa es clara: estamos sin pívots y sin muchas referencias anotadoras, así que toca defender con anticipación y aportar todos en ataque. Y no empezamos nada mal, con Coki y Ángel tirando de casta y dejándose la piel en la pista. Pero su juego interior nos hace daño. Quiero pensar que no defendimos mal, y que en ningún momento se lo pusimos fácil, pero aún así la diferencia de altura hacía mella. Y el celo en la defensa interior hacía que dejásemos tiros relativamente cómodos. Si añadimos eso a que no estábamos demasiado acertados con nuestro tiro, el resultado es que se nos empezaron a ir en el marcador. Poco a poco, pero de forma constante.
Y llegó el momento en el que Nando no pudo más. Estaba en el campo, aguantando como un jabato, sin quejarse, pero llegó un punto en que su aductor no lo dejó seguir. Como aquel anuncio de Nike, tenía cara de dolor: de dolor por no poder seguir. Muy grande Nando.
Seguimos adelante. Marco, en una penetración, sale rebotado y se lastima la rodilla. Sigue en el campo, pero tocado y con cuatro faltas. Llegamos al descanso unos diez puntos abajo. Jacobo tiene que irse, y nos quedamos cinco. Al salir en la segunda parte, la premisa cambia un poco: vamos a divertirnos. Teníamos que haber jugado con Marco de palomero.
Y vaya si nos divertimos. La diferencia crecía, pero nunca dejamos de correr. Jugadas de pura casta más que acierto real, pero fuimos haciendo nuestro partido. Con cinco en pista, los tiempos muertos servían para tomar un poco de aire más que para ajustar estrategia. Llegamos a perder de 22, creo, pero no llegamos a bajar los brazos. Cuando faltaban tres minutos, grité que no podíamos perder de más de 20. No, a eso no habíamos venido. Y dimos el último arreón, que acompañado de un poco de relax de Basket Hound nos llevó al resultado final. No sé muy bien qué pensaron cuando bajé a defender un saque de fondo a un minuto del final con 18 abajo. Supongo que de Amenaza ya pocas cosas sorprenden.
Aunque por la falta de efectivos y la mala suerte no fue el partido que todos esperábamos, no voy a decir que estuvo mal. El marcador es bastante claro, pero después de las circunstancias no me fui con la sensación de derrotado. Dimos todo lo que teníamos y lo pasamos bien. Y eso, señores, es el baloncesto
Da gusto jugar contra vosotros. Ni una mala cara, ni un mal gesto, solo divertirnos y sobretodo no hacernos daño. Un saludo de J. Martin. El num. 11
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