lunes, 3 de abril de 2017

Amenaza 50 - Amfiv II 28

El banquillo de Amenaza
Está claro que este fue el fin de semana de las aglomeraciones: 5.000 corredores en la Vig-Bay, decenas de miles de personas en la Reconquista y ¡nueve jugadores en un partido de Amenaza! Ni los más viejos del lugar recordaban una xuntanza semejante. Había correcaminos, big-boys, organizadores de defensas, tiradores frustrados, chicos para todo, magos del balón ... un elenco digno de ver. Hasta merece la pena nombrarlos: Caki, Marco, Camilo, Pablo, Coki, Nando, Javi, Rubén y yo. Y es que casi se acaba antes nombrando a los ausentes.

Hizo falta un rato para ponerse a calentar, porque había gente que llevaba tiempo sin verse y ya no se reconocían, pero pronto empezamos a carburar. Del otro lado de la pista, también una nutrida representación de Amfiv (ocho o nueve, no recuerdo bien).

Amenaza al contraataque
El jueves ya dijimos que íbamos a correr. La consigna de inicio, para variar un poco, fue clara: a darlo todo, que hoy hay cambios. Y funcionó. Una defensa sólida con la intimidación de nuestros fornidos pívots nos permitió hacer contraataques que llevaban tiempo sin verse (¡hasta de algún pívot!). En estático, una buena circulación de balón nos permitió balones dentro, cortes y tiros liberados. Creo recordar que en los primeros diez minutos estábamos ya cerca de los veinte puntos.

Amfiv se había quedado en cuatro. Uno de esos días en que se encoge el aro. Vale que no les dejamos tiros cómodos, pero sería injusto no reconocer que tuvieron mala suerte de inicio. De hecho, a partir de la mitad de la primera parte, la cosa se normalizó un poco y empezó el intercambio de canastas. Las diferencias se mantuvieron así hasta el descanso.

Amenaza, comenzando la segunda parte
En la segunda parte empezamos fríos, muy fríos. Amfiv salió apretando los puños y las piernas en defensa, y eso provocó que perdiésemos balones en ataque y que no estuviésemos nada cómodos en la pista. También se movieron mejor en ataque, con una defensa nuestra un poco estática. Puede que metiésemos más puntos en los primeros diez minutos que en los veinte siguientes. Remontaron hasta ponerse a doce (creo recordar).

Un par de gritos en el banquillo, un par de cambios para poner carne fresca en el asador, y volvimos por nuestros fueros. Tal vez no como en el inicio, pero suficiente para recuperar la intensidad y aumentar la ventaja en el marcador. La intensidad no bajó por parte de ningún equipo hasta los últimos treinta segundos. En mi opinión, un ejemplo de lo que debería de ser un partido: jugar, sudar, disfrutar y todos tan amigos.

Resumiendo, un lujazo jugar con este equipo en todo momento, pero más aún cuando puedes dejarte la piel en la cancha, porque sabes que si te falta el resuello hay otro fantasma en el banquillo esperando con el cuchillo entre los dientes.

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